EL MUNDO

la zona sin ley del sur de Gaza

Jerusalén.– En el sur de Gaza, junto al cruce de Kerem Shalom, hay un tramo de unos dos kilómetros de carretera hacia el interior del enclave al que los trabajadores humanitarios se refieren como “tierra de nadie”, donde bandas armadas saquean cargamentos de ayuda ante los ojos de las fuerzas israelíes.

“Todas las ONG sufren ese problema- se hace la descarga, salen del área de seguridad y es ahí, un tramo de unos dos kilómetros, que es lo conflictivo”, explica a EFE Javier Suárez, coordinador de la cadena de suministros de Médicos Sin Fronteras (MSF). Los saqueos no son nuevos.

Ya en julio, fuentes locales contaron a EFE que dos familias, Al Omur y Madi, de la zona de Rafah, donde se producen la mayoría de los robos, atacaban camiones para robar suministros o recoger cigarrillos de contrabando, que se venden a precios muy elevados.

Pero la situación ha empeorado en los últimos meses, y los saqueos se han extendido al norte de Gaza, donde los grupos humanitarios observan incidentes similares a los del sur. La ONU denunció esta semana que 20 de los 14 camiones que sus agencias introdujeron por el recién abierto cruce de Kisufim, también en el sur, “fueron tiroteados y saqueados” por esos grupos locales armados.

“Necesitamos mayor acceso de ayuda y la apertura de nuevas rutas para llegar a más gente necesitada, pero también garantías de seguridad”, insistió este jueves un portavoz de la ONU.

Les invitamos a leer: Comité de la ONU dice que métodos de guerra de Israel son «acordes con el genocidio»

Miedo a usar la carretera

El mayor problema ocurre en la conocida como “carretera del aeropuerto”, que recorre Gaza desde sur a norte, y que usan principalmente las empresas de transporte.

Los camiones del Programa Mundial de Alimentos (PMA) suelen utilizar la “carretera de la valla”, junto a la verja fronteriza y generalmente más segura. Pero tiene un límite al número de vehículos, por lo que gran parte de los cargamentos se distribuyen por la peligrosa carretera del aeropuerto, incluidos los de la ONU.

Algunos conductores se niegan a esos transportes por miedo. Un trabajador humanitario de una de agencias que operan en Gaza, bajo anonimato, relató a EFE que en la actualidad los principales impedimentos a la distribución de ayuda están dentro del enclave.

Unido al lento y complicado proceso de obtener permisos de Israel para introducir material, provoca que la población gazatí no reciba suficiente ayuda.

El problema es conocido de sobra por las autoridades israelíes, y se han hecho algunos experimentos usando caminos alternativos, pero sin éxito. Los clanes armados se desplazan rápidamente a la nueva ruta y atacan los convoyes.

El principal objetivo de los clanes es cobrar protección a los conductores, y saquean los cargamentos como forma de presión. Se llevan todo lo que tenga valor en el mercado, que en una Gaza devastada por la guerra, puede aplicarse a cualquier cosa.

Suárez, el coordinador de MSF, cuenta que un envío reciente de nueve palés de jabón y champú llegó a sus almacenes sin ocho de ellos. Solo quedó un palé con lavavajillas, usado para higiene personal. Envíos colapsados

Después del cierre del cruce de Rafah hacia Egipto, en mayo, el paso de Kerem Shalom se convirtió en el principal punto de entrada de ayuda al sur. Allí los camiones de grupos como MSF o agencias de la ONU consiguen introducir -tras meses de negociaciones para lograr los permisos y controles exhaustivos en frontera- se descargan y son recogidos por los servicios de transporte autorizados por Israel.

Estos transportistas pueden ser de la ONU, que tiene permiso para gestionar los envíos de las diferentes ONG que operan en Gaza, o de una empresa de transporte local cuyos conductores necesitan la aprobación del Ejército.

Como todos los grupos humanitarios recurrían a la ONU para sus envíos, el sistema lleva meses colapsado y prioriza medicamentos. Para otro tipo de envíos recurren a los pocos transportistas comerciales que quedan en Gaza. En estos casos, desde que el cargamento sale de la frontera hasta que llega a sus almacenes en el enclave, no hay forma de saber qué ocurre con sus envíos.

“Intentamos controlarlo, pero no tenemos visibilidad sobre lo que sucede durante el reparto hasta los almacenes”, apunta Rebeca Virseda, coordinadora de suministros de MSF España.

Los grupos humanitarios insisten en que la solución es clara- abrir más cruces y agilizar el proceso de entrada de ayuda para que el valor de los productos en el mercado baje y no haya incentivos para el saqueo.

A pesar de que Israel ha abierto algunos cruces en respuesta a las demandas de la comunidad internacional -Kisufim esta misma semana-, los datos de la ONU muestran una tendencia clara- octubre fue el mes en que menos ayuda entró a Gaza desde que comenzó la guerra, solo 1.297 camiones.

Unos 500 camiones humanitarios entraban en Gaza diariamente antes de la guerra, cantidad apenas suficiente para las necesidades de una población que llevaba más de 15 años sometida a un bloqueo total.


Redacción - ACN

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