Cómo se partió en dos Rafah, la ciudad en la frontera entre Gaza y Egipto
La campaña militar de Israel contra Hamás tras la ofensiva del grupo militante el 7 de octubre pasado se centra ahora en Rafah, al extremo sur de la Franja de Gaza.
Antes de comenzar lo que denominó como una operación de «alcance limitado», el gobierno israelí emitió el lunes una orden de evacuación a 100.000 palestinos en la zona oriental de Rafah.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, mantiene que Rafah es refugio de cuatro batallones de Hamás, a los que quiere eliminar como parte de su objetivo de borrar del mapa a la organización islamista responsable de los ataques que dejaron 1.200 israelíes fallecidos y más de 240 secuestrados.
Naciones Unidas y la Unión Europea, además de gobiernos tradicionalmente aliados de Israel, como Estados Unidos y Reino Unido, han expresado su oposición a una ofensiva a gran escala sobre Rafah al considerar que su costo humanitario sería muy alto.
En Rafah se aglomeran más de 1,5 millones de palestinos, la mayoría desplazados de otras ciudades gazatíes que ya están bajo control israelí.
Muchos de quienes se encuentran allí aseguran no tener a dónde ir, debido a que está cerrada la frontera con Egipto.
En este país árabe existe otra Rafah. Ambas ciudades fueron una vez una sola, pero siglos de invasiones y guerras terminaron con una urbe partida en dos, atravesada por una de las fronteras más conflictivas del mundo.
Desde el tiempo de los faraones
Los orígenes de Rafah se remontan a 3.000 años atrás, asegura la Biblioteca Virtual Judía.
La primera mención de este poblado figura en una inscripción realizada en el año 1303 a.C., durante el reinado del faraón egipcio Seti I, padre del famoso Ramsés II, quien ordenó edificar algunos de los magníficos templos y monumentos que hoy atraen anualmente a millones de turistas a Egipto.
Seti I lanzó varias campañas militares en la zona y en Siria, afirma el articulista israelí Michael Freund, en su artículo «Rafah: Una historia turbulenta», en el cual cita los estudios del fallecido historiador y geógrafo israelí Zeev Vilnai.
A lo largo de la historia la localidad ha sido conocida con diferentes nombres: Robihwa por los egipcios, Rafihu por los asirios, Raphia por los griegos y romanos y, por último, Rafah por los árabes.
Y aunque el topónimo Rafah no figura expresamente en la Torá (la Biblia hebrea), expertos consideran que el término “Hatzerim”, con el que en el libro de Deuteronomio se nombra a un poblado, se refiere a ella.
Por su ubicación al sur de la Franja de Gaza, a la entrada del desierto del Sinaí (Egipto) y frente a las aguas del Mediterráneo, esta población se convirtió no sólo en un centro importante para la navegación y el comercio regional, sino también en escenario de numerosos conflictos.
Uno de los combates más célebres que tuvo lugar en Rafah ocurrió alrededor del 217 a.C., cuando el rey egipcio Ptolomeo IV derrotó al emperador sirio Antíoco III.
“Se considera una de las batallas más grandes de la era clásica con un total de entre 120.000 y 150.000 soldados y unos 175 elefantes dispuestos en el campo de batalla”, resumió el escritor israelí-canadiense Brandon Marlon en su artículo «Rafah: Una breve historia», publicado en el diario The Times of Israel.
Para sellar la paz el derrotado casó a su hija Cleopatra Sira con el hijo de su enemigo y la boda se celebró en Rafah.
Del esplendor al olvido
Con el paso de los siglos la ciudad se convirtió en el asentamiento de una importante comunidad judía. Así lo reseñó el historiador del siglo I d.C. Flavio Josefo en su libro “Las guerras de los judíos”. Una situación que se mantuvo inalterable, pese al arribo de los griegos, romanos y posteriormente de los musulmanes.
Sin embargo, todo esto cambiaría con las cruzadas. En el siglo XII la ciudad fue arrasada y los habitantes que no fueron asesinados fueron forzados a desplazarse a otras localidades.
Durante la Edad Media, cuando el Imperio Otomano se hizo con el control de la región, la localidad terminó convertida en una simple estación postal a las puertas del desierto.
Pese a su pérdida de relevancia, Rafah siguió siendo escenario de sangrientas batallas que la redujeron a escombros en varias ocasiones. Así, por ejemplo, a finales del siglo XIX las fuerzas francesas del general Napoleón Bonaparte la destruyeron en el marco de su campaña de conquista de Egipto y de Siria, recuerda Brandon.
A inicios del siglo XX, organizaciones sionistas intentaron adquirir tierras en la zona para repoblarla con judíos que huían de la persecución en Europa. No obstante, el plan fue rechazado por las autoridades otomanas.
La iniciativa fue intentada nuevamente una vez que el territorio pasó a control británico, luego de la I Guerra Mundial (1914-1919) y de la desaparición del Imperio Otomano, pero tampoco tuvo éxito.
De base militar a campo de refugiados
Durante la II Guerra Mundial Rafah sirvió de base de operaciones para el ejército británico y eso atrajo a migrantes musulmanes de otras partes de Palestina que buscaban trabajo.
En los albores de la partición del territorio para crear lo que hoy es Israel y un Estado árabe palestino que no prosperó, las fuerzas británicas utilizaron la localidad como una cárcel para detener a los líderes de Haganá e Irgún, organizaciones judías consideradas como terroristas.
Sin embargo, tras la fundación del Estado de Israel la ciudad comenzó a adquirir su actual perfil de gran campo de refugiados.
Unos 41.000 palestinos musulmanes que, hasta ese momento, habitaban en zonas adjudicadas al naciente Israel -como Beersheba y el desierto del Néguev- terminaron desplazándose hacia el pequeño poblado.
En 1949 se abrió el campo de refugiados de Rafah, el cual en su momento “era el mayor y más numeroso (…) de la Franja de Gaza”, según se lee en la página web de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA, por sus siglas en inglés).
Desde el estallido del actual conflicto, que ha dejado más de 34.000 muertos, según el Ministerio de Salud de Gaza, dirigido por Hamás, la población de Rafah se ha multiplicado por cinco y ha pasado de 280.000 habitantes a más de 1,5 millones, según el organismo de la ONU.
Organizaciones humanitarias han asegurado que la inmensa mayoría de estos refugiados viven en condiciones deplorables, sin casi acceso a alimentos, agua potable y medicinas.
El Berlín de Medio Oriente
Desde 1948, año de la fundación del Estado de Israel, la localidad, como el resto de la Franja, estuvo bajo control de las fuerzas egipcias. Pero eso cambió en junio de 1967, cuando tras la Guerra de los Seis Días, las fuerzas israelíes ocuparon toda Gaza y la vecina Península del Sinaí.
En la guerra del Yom Kippur de 1973 Egipto fracasó en su intento de recuperar por la fuerza el territorio perdido, pero casi una década después consiguió en la mesa de negociaciones lo que no logró en el campo de batalla: la devolución del Sinaí, la cual se materializó en 1982.
Sin embargo, los acuerdos de paz de Camp David de 1977 afectaron a Rafah, porque la línea fronteriza entre Israel y Egipto se trazó sobre ella. Una situación que convirtió a la ciudad palestina en una especie de Berlín tras las Segunda Guerra Mundial, porque se levantó una valla que atravesó casas, patios traseros y calles y la dividió en dos.
“Los habitantes de las casas divididas a la mitad tendrán que decidir bajo qué jurisdicción quieren vivir (si la israelí o la egipcia) y abrir una puerta en el lado elegido”, reseñó la periodista Janet Hawley, en un artículo publicado en 1982 en el diario australiano The Sidney Morning Herald, en el cual daba cuenta de la partición.
Esta nueva división rompió cientos de familias, cuyos miembros quedaron separados por una valla que, con el paso del tiempo, se ha ido reforzando y a su alrededor se ha ido ensanchando una “tierra de nadie” llamada corredor Philadelphi.
El corredor Philadelphi es una zona desmilitarizada creada con el fin de “contener el terrorismo, el contrabando de armas desde Egipto hacia Gaza y la infiltración de actividades criminales”, reza un acuerdo entre los gobiernos israelí y egipcio.
Durante décadas ha habido dos Rafah, una en la Gaza ocupada y otra en Egipto, pero eso comenzó a cambiar en 2013. Ese año el gobierno de El Cairo derribó casas, comercios y otras estructuras ubicadas en las inmediaciones de la cerca fronteriza con la Franja. ¿La razón? Ensanchar el corredor y crear una “zona de amortiguación” con el territorio palestino de 79 kilómetros cuadrados desde la línea divisoria.
Las demoliciones se aceleraron después de que el 24 de octubre de 2014 el grupo armado Ansar Beit al-Maqdis (Partidarios de Jerusalén), con base en el Sinaí, llevara a cabo un ataque contra un puesto de control del ejército egipcio, el cual se cobró la vida de 33 soldados.
Entre julio de 2013 y julio de 2020 los militares egipcios derribaron 12.350 estructuras cerca de la frontera, dejando sin techo a más de 12.300 familias, denunció la organización Human Rights Watch en un informe publicado en 2021 titulado «Egipto: Los demoliciones masivas en el Sinaí como probables crímenes de guerra».
En el reporte, la agrupación también aseguró que los uniformados arrasaron con más de 6.000 hectáreas de cultivos.
“En 2014 Egipto comenzó otra campaña de demolición de viviendas y edificios a largo de su frontera para ampliar el corredor Philadeplhi”, explicó a BBC Mundo, Lorenzo Navone, investigador de la Universidad de Estrasburgo y del Institut Convergences Migrations de Francia.
“Así que hoy la extensión de tierra que comprendía el corredor casi se ha duplicado con el objetivo de poder controlar la frontera y poder mantener a los palestinos en Gaza. Lo que antes era una ‘tierra de nadie’ en el lado de la frontera de Gaza ahora se extiende también al lado de la frontera egipcia”, remató.
Con las tropas israelíes en plena toma de Rafah, la ciudad hoy está escribiendo otro capítulo de su convulsa y sangrienta historia.