Cuidemos la democracia | ACN

LA AUTORA es abogada. Reside en Italia.
La democracia es el mejor de los sistemas de gobierno. Aquella en la que se protege, sobre todo, los derechos de los individuos tanto como los de la colectividad.
La democracia nos da los instrumentos jurídicos para defendernos en caso de violación de nuestros derechos esenciales, humanos, como pueden ser contra abusos de la tecnología en nuestra intimidad como la libertad de expresión y de confrontación dialécticas de ideas.
Es por todo esto que debemos cuidarla y estar atentos a que no nos la arrebaten. Para ello están o deberían estar, sobre todo, nuestros representantes en el ámbito público; los políticos.
También los intelectuales, la Inteligencia militar, la Sociedad Civil. Debemos estar con los ojos bien abiertos respecto a los fenómenos que ocurren en nuestro entorno que pudieran ser dañinos para la democracia y su desarrollo.
Una materia que nos puede enseñar a desarrollar agudeza en nuestra percepción de ciertos hechos es la historia. El estudio ponderado de aquella historia, objetiva, que analiza con profundidad los elementos más determinantes a dar lugar a ciertos acontecimientos. Cuáles han sido los elementos contrapuestos, los ocultos y las consecuencias de estos hechos.
Las sociedades, como los seres humanos, cometen errores y cambio de ruta destinados al fracaso porque movidos por circunstancias estresantes, necesidad, fuerzas externas incontrolables, o por estrategias promovidas por intereses de grupos que pretenden mantener ciertos privilegios o evitar cambios que consideran no convenientes.
Un caso muy conocido fue el del triunfo del nazismo en Alemania, cuyas terribles consecuencias en Europa en la segunda guerra mundial son conocidas.
El escritor judío Stefan Zweig, novelista y autor de excelentes biografías como “María Antonieta” y “Fouché, el genio tenebroso”, era austriaco y pasó por la experiencia de vivir, en primera persona, el surgimiento y posterior toma de poder del nazismo con todas sus nefastas consecuencias para un judío en esa época.
En su autobiografía “El mundo del ayer” narra sobre cómo fue desarrollándose, visto por un ciudadano y un historiador, la llegada al poder de un gobierno totalitario.
Pesimista, Stefan Zweig escribe “Per una Ley ineluctable de la historia les he negados a los contemporáneos reconocer desde los primeros indicios los grandes movimientos que determinan su época”.
Recordaba con que indiferencia había escuchado hablar de Hitler, considerado por todos, en sus inicios, como un simple fanático provocador de pleitos salvajes e instigador de las masas en contra de la República y los judíos.
Primero lo consideró un fenómeno más de una época convulsa debido, sobre todo, a la crisis económica generada por la primera guerra, pero le comenzó a parecer más preocupante cuando comenzó a ver como aumentaba los grupos de apoyo a ese fanático.
Los mas rumorosos y numerosos eran las escuadras de asalto nazista (la futura SA), cuyos jóvenes miembros, con botas, camisas pardas y ostentando pulseras de colores vivos con la esvástica, ensuciaban las paredes de los muros con estos símbolos y con avisos de actividades.
“Me di cuenta que detrás de esa gente debían haber notables fuerzas financiarías y también otras importantes influencias. No podía ser ese hombre que tenía todavía sus discursos en cervecerías bavareses a haber reclutado y equipado miles de jóvenes (muchos de ellos desocupados) en una organización tan costosa”. “Con uniformes nuevos eran enviados de ciudad en ciudad, teniendo en consideración los costos de estos en una época de miseria”.
“Era evidente que jefes militares disciplinaban con adiestramientos a aquellos jóvenes y que debía ser la Reichwher (las fuerzas armadas alemanas en la época de la República de Weimar) misma a realizarlo, como había usado a Hitler como informador precedentemente en las cervecerías de Mónaco de Baviera”, escribe Stefan Zweig.
Asimismo tuvo la oportunidad de observar una de esas acciones de batalla, en la irrupción de este grupo belicoso a una reunión de socialistas democráticos totalmente pacifica. La SA llegó con cuatro camiones cargada de jóvenes con bastones en las manos, quienes se lanzaron como energúmenos contra la gente allí reunida, golpeando a los que se resistían, todo con el objeto de desalojar a los que habían asistido a la actividad.
“Antes de que la policía y los organizadores del evento se prepararan para defenderse ellos ante el pito del comandante volvieron a sus camiones y se marcharon”. “Se veía que cada uno de los muchachos sabia en anticipo lo que debía hacer”. “Desde el principio – me lo mostró ese primer espectáculo-eran tropas entrenadas para el asalto, la violencia y el terror”.
En el libro de James Pool “Who financed Hitler? Se habla hasta de una Sociedad Thule, formada por aristócratas, banqueros y sujetos de la alta jerarquía militar, que había comenzado a financiar las actividades de estos grupos como una estrategia de la extrema derecha.
El hecho es que en una época de grave crisis económica, y con la amenaza del comunismo, existían sectores, sobre todo en sectores privilegiados, que apuntaban a un sistema parecido al fascismo con el objeto de evitar en Alemania una revolución comunista como en Rusia.
Sectores muy poderosos que parecían influir en las altas esferas del Estado. El hecho es que Zweig remarca como, no obstante la violencia de esas ejercitaciones de campaña “la autoridad no mostraba ninguna atención a las mismas. Dormían o cerraban los ojos?”.
Por otro lado, estaba la ceguera de otros sectores. No obstante todos estos actos violentos, tantos políticos e intelectuales no advertían el peligro. Los periodistas consideraban que el partido nazistas se derrumbaría en cualquier momento y los intelectuales, acostumbrados a que los más altas cargos del Estado eran reservados en Alemania a aquellos con títulos académicos, no pensaron que un alborotador de cervecerías podía ser una amenaza.
Sin embargo, con la crisis del 29 el partido nazista pasa a ser uno de los partidos más fuertes, con comunistas que preferían el nazismo a un gobierno democrático y débiles partidos democráticos y un pueblo ansiando un gobierno que los restituyera al orden y a la prosperidad.
La historia posterior es conocida por muchos. El hecho es que una vez venciendo democráticamente los nazistas buscan la situación para crear una dictadura, dictadura cuyos efectos en Europa fueron devastadores. Sin mencionar el genocidio de los judíos, cruel e inhumano.
Las señales se habían dado, ya ínsita en su germen original estaba la violencia. Violencia que en algunos casos se revirtió contra algunos que la sostuvieron. Como sucede cuando se crean monstruos, muchos de los sostenedores subterráneos se asustaron cuando vieron con qué rapidez y brutalidad ese movimiento que habían ayudado tomó el poder y creó su propio anillo de poder.
Como dice Stefan Zweig en “El mundo de ayer”, para los contemporáneos es difícil percibir los primeros inicios de los grandes movimientos que pueden determinar una época. La historia siempre nos presenta nuevas variables y situaciones inéditas, pero cuando hablamos de aquellas señales que pueden representar en el futuro o en el presente un riesgo para la democracia los elementos que pueden señalarlo son menos.
No es tan difícil percibir los actos arbitrarios; la violencia de las autoridades o de otros, la contención de sectores a la creación de nuevas prerrogativas o nuevas protecciones para los ciudadanos que son de verdad necesarias.
Y sobre todo esto, por supuesto, la violación a los principios sagrados establecidos en la constitución como el derecho a la salud, a la libertad, a la salud, a la igualdad de derechos, el no privilegio, etc.
Y, como se ha explicado, estas violaciones a veces comienzan con pequeñas cosas. En conclusión, la democracia sigue siendo el mejor de los sistemas y la única obligación que tenemos es de protegerla y siempre mejorarla.
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