aldea prerromana que luego se transformó en París
La ciudad luz o la ciudad del amor. Con estos apodos es conocida mundialmente París.
Sin embargo, mucho antes de que la capital francesa tuviera estas otras denominaciones y de que siquiera se llamase París tuvo otro nombre: Lutecia Parisiorum.
Uno de los primeros registros conocidos de esta denominación se lo debemos a Julio César, quien hacia el año 53 a.C. en sus “Comentarios sobre la guerra de las Galias” menciona a una pequeña fortificación gala que se hallaba en una de las islas del río Sena, a la cual llamó Lutetia.
Lutetia (Lutecia en español) se puede traducir como «lugar cerca de un pantano», lo cual dista mucho del glamur y el refinamiento con el que hoy se asocia a la ciudad más poblada de Francia.
¿Qué se sabe de ese asentamiento y de sus moradores? ¿Y cómo terminó convirtiéndose en la capital del país europeo?
BBC Mundo consultó a expertos que han participado en excavaciones realizadas en la ciudad y documentos para responder estas preguntas.
El río como epicentro
Los hallazgos e investigaciones han revelado que la zona que hoy ocupa París ha estado habitada desde de la Era de Bronce.
Para la época en la que las legiones de César iniciaron su conquista del territorio la zona estaba habitada por los parisii, se lee en el enciclopedia Británica.
Los parisii eran una tribu gala, la cual a su vez formaba parte del pueblo celta.
Estos primeros habitantes de lo que después sería París ejercían la agricultura, la ganadería y gracias al comercio a través del río Sena se hicieron prósperos, se lee en el sitio web Paris antigue (París antigua), una iniciativa puesta en marcha por el Ministerio de Cultura francés para difundir el patrimonio histórico de la ciudad.
“Los parisii se instalaron en una de las islas que hay en el medio del río y esa isla hoy es conocida como la île de la Cité (Isla de la Ciudad), que es donde se encuentra (la catedral de) Notre Dame y el emblemático Palacio de Justicia”, aseguró a BBC Mundo Julien Avinain, jefe del Departamento de Arqueología de la Alcaldía de París.
Los pobladores construyeron un oppidum (una aldea fortificada en latín), la cual se comunicaba con ambas orillas del Sena con sendos puentes.
Pese a la defensa natural que ofrecía el río, el asentamiento no pudo resistir a las legiones romanas. No obstante, sus ocupantes no se rindieron sin dar pelea y sus acciones llamaron la atención de César.
“El enemigo, al enterarse de la situación (del avance de las tropas romanas) (…) prendió fuego a Lutecia y ordenó derribar los puentes de esa ciudad. Ellos partieron hacia el pantano y tomaron posiciones a orillas del Sena”, escribió el líder romano.
Pero ¿qué tan importante era el asentamiento galo? “Es realmente difícil responder eso, porque hasta ahora no hemos encontrado restos de la población gala», explicó Avinain.
«Creemos que era solo una fortificación y que los romanos debían hacerse con ella para continuar su proceso de conquista de Galia y para controlar el río”, agregó el experto.
Sin embargo, la también arqueóloga Sylvie Robin, quien es jefa del Departamento de Arqueología del Museo Carnavalet de París, cree que la conquista de Lutecia era fundamental y estratégica para los romanos.
“Tras imponerse a los parisii, los victoriosos romanos conquistaron toda Galia, donde desarrollaron una red de rutas terrestres y fluviales para impulsar el comercio entre las principales ciudades. La llamada red de Agripa incluía una carretera de Lyon a Bolonia sobre el Mar y tenía la opción de cruzar el Sena por Lutecia, utilizando la Île de la Cité como puerto”, explicó a BBC Mundo.
Los cimientos de una gran ciudad
La destrucción de la fortificación por parte de los locales no afectó los planes de los romanos, quienes decidieron levantar otro asentamiento totalmente nuevo en la orilla izquierda del Sena, donde hoy se encuentra el Barrio Latino de París.
“El sitio fue elegido porque estaba alejado de áreas que pudieran ser susceptibles a inundaciones”, explicó Avinain.
“La ciudad construida por los romanos era una verdadera ciudad, con calles paralelas, grandes edificios y monumentos, con baños públicos, un teatro y un anfiteatro”, agregó el arqueólogo.
Como muchas otras poblaciones fundadas por los romanos, Lutecia tenía un plano de cuadrícula más o menos regular. Por lo tanto, el nuevo asentamiento tenía dos vías principales que se cruzaban en el centro de la ciudad: el cardo maximus (la carretera norte-sur) y el decumanus maximus (la carretera este-oeste).
“Las construcciones eran parte del esfuerzo del imperio por asimilar a los pueblos conquistados y por conseguir que abrazaran la cultura romana”, apuntó Avinain.
El descubrimiento en 1711 del llamado “Pilar de los Barqueros” (Pilier des nautes en francés), en un sótano de la Catedral de Notre Dame, es prueba de que este proceso de asimilación se dio paulatinamente.
En la columna de piedra hay esculpidos relieves que datan en el siglo I a.C. y en los cuales se mezclan las figuras de dioses romanos como Júpiter con otros del panteón galo.
Sin embargo, las obras de la nueva localidad no comenzaron de inmediato y hubo que esperar hasta los inicios del reinado del emperador Augusto, casi medio siglo después de la derrota de los parisii, para que la Lutecia romana comenzara a surgir.
“Al principio en la ciudad solo se instaló una guarnición del ejército romano, la cual buscaba contrarrestar posibles amenazas del frente oriental de la Galia y vigilar a los locales”, afirmó Robin.
No obstante, su renacimiento, en comparación con otros asentamientos romanos de la provincia de Galia, Lutecia no era muy grande.
Algunos expertos sostienen que la superficie de la ciudad abarcaba unas 60 a 70 hectáreas y que su población oscilaba entre los 5 y 10 mil habitantes.
“Durante el imperio nunca llegó a ser un sitio de primera clase como Lyon o Tréveris (Alemania). Era una población mediana, pero creció gracias al río, el cual fomentaba el comercio. Y, por ello, cuando cayó el imperio los francos la escogieron como la capital de su reino”, afirmó Avinain.
“Las excavaciones realizadas en París desde el siglo XIX han revelado que en tiempos romanos en esta ciudad se realizaban todas las actividades habituales de las urbes de la época: se comerciaba con vino y cerámica, así como con productos alimenticios”, agregó Robin.
Desenterrando el pasado
Para el siglo IV d.C. el imperio romano estaba en declive y las sucesivas invasiones bárbaras hicieron que el centro de la urbe volviera a la île de la Cité, donde los habitantes comenzaron a concentrarse como en la antigüedad para protegerse de potenciales enemigos.
Por esas épocas uno de los últimos gobernantes romanos, Juliano II, conocido como “el apóstata” por su rechazo al cristianismo, se proclamó emperador en Lutecia y rebautizó a la ciudad como París en honor a sus habitantes originales, se lee en la página en la oficina de turismo de la capital francesa.
Con el paso de los siglos la población se fue expandiendo fuera de la isla en el medio del Sena hacia ambas orillas del río, y los vestigios de su pasado romano comenzaron a quedar sepultados por nuevas edificaciones y cayeron en el olvido.
Sin embargo, en el siglo XIX los deseos el emperador Napoleón III de cambiarle el rostro a la capital francesa dieron la oportunidad a estudiosos como el arqueólogo Théodore Vacquer para hurgar en el pasado de la urbe.
“A medida que Georges-Eugène Haussmann ordenaba demoler parte de la vieja ciudad medieval para levantar construcciones como el teatro de la Ópera y los bulevares que hoy fascinan a los turistas, Vacquer aprovechaba para conducir excavaciones y desenterrar los restos de la ciudad romana”, afirmó Avinain.
“Vacquer fue quien dibujó los primeros mapas con los restos romanos, pues identificó la arena, los baños, el anfiteatro y el foro”, agregó el experto.
A lo largo del siglo XX y en lo que va del XXI las excavaciones en la ciudad han continuado y hasta ahora se han realizado labores en 2.000 puntos, explicó Avinain.
Apenas el año pasado, durante unas obras de remodelación a una decimonónica estación de tren, fueron halladas 50 tumbas de una necrópolis de la época de la Lutecia romana, un descubrimiento que los expertos consultados creen que ayudará a comprender mejor las costumbres de los antiguos parisinos.
Pero mientras esto ocurre, aquellos que visiten París y quieran ver algo más que la torre Eiffel, el Arco del Triunfo o recorrer el inmenso museo del Louvre podrían optar por conocer lo restos del casi desconocido pasado romano de la urbe.
Algunos de monumentos de la época de los césares han sobrevivido al paso del tiempo y se pueden visitar hoy día. Uno de ellos es la arena, ubicada en el distrito 5 de la ciudad.
Aunque quizás el más conocido sea las termas de Cluny, las cuales son, según los especialistas consultados por BBC Mundo, uno de los mejores exponentes de los baños romanos que hay en Europa.