Guerra de Gaza está desgastando apoyo a Hamás en la Franja
El hombre del vídeo está fuera de sí, su rostro ensangrentado irradia angustia.
«Soy doctor académico», afirma, «he tenido una buena vida, pero tenemos unos líderes (de Hamás) asquerosos. Se han acostumbrado a nuestra sangre, ¡que Dios los maldiga! ¡Son escoria!».
El video, impensable antes de la guerra de Gaza, se filmó frente a un hospital, inundado de cientos de heridos palestinos tras una operación israelí para liberar a los rehenes del centro de Gaza el mes pasado.
Advertencia: imagen gráfica
Unos segundos antes de que termine el video, se dirige a la multitud.
«Soy uno de ustedes», dice, «pero son un pueblo cobarde. ¡Podríamos haber evitado este ataque!».
El video se hizo viral. Y no es el único.
Las críticas abiertas a Hamás han ido en aumento en Gaza, tanto en las calles como en internet.
Algunos han criticado públicamente a la organización por esconder a los rehenes en apartamentos cerca de un concurrido mercado, o por lanzar cohetes desde zonas civiles.
Vecinos han asegurado a la BBC que ahora es común insultar y maldecir a los líderes de Hamás en los mercados, y que algunos conductores de carretas tiradas por burros incluso han apodado a sus animales en honor al líder de Hamás en Gaza, Yahia Sinwar, instando a los burros a seguir adelante con gritos de «¡Yala (vamos), Sinwar!».
«La gente dice cosas como: ‘Hamás nos ha destruido’, o incluso le pide a Dios que les quite la vida», aseguró un hombre.
«Preguntan para qué sirvieron los ataques del 7 de octubre; algunos dicen que fueron un regalo para Israel».
Algunos instan a sus líderes a acordar un alto el fuego con Israel.
Todavía hay personas en Gaza que son vehementemente leales a Hamás y, tras años de control represivo, es difícil saber hasta qué punto el grupo está perdiendo apoyo o si los oponentes que ya existían se sienten más libres de decir lo que piensan.
Sin embargo, incluso algunos miembros en nómina del propio grupo están vacilando.
Un alto funcionario del gobierno de Hamás, que pidió ocultar su identidad, le dijo a la BBC que los ataques del 7 de octubre fueron «un salto descabellado y no calculado».
«Sé por mi trabajo con el gobierno de Hamás que se preparó bien para el ataque militar, pero descuidó el frente interno», afirmó.
«No construyeron ningún refugio seguro para las personas, no reservaron suficientes alimentos, combustible y suministros médicos. Si mi familia y yo sobrevivimos a esta guerra, me iré de Gaza en cuanto pueda».
La oposición a Hamás ya existía mucho antes de la guerra, aunque gran parte de ella permanecía oculta por temor a represalias.
La última vez que se celebraron elecciones palestinas, en 2006, los gazatíes votaron por Hamás en 15 de los 24 escaños del territorio; en los otros nueve distritos los votantes eligieron un partido diferente.
Un año después, Hamás expulsó violentamente a las fuerzas de la Autoridad Palestina de Gaza, lo que provocó una amarga ruptura con el movimiento rival de Fatah, y el grupo se hizo cargo de la gestión de toda la Franja de Gaza.
Ameen Abed, un activista político, aseguró haber sido arrestado muchas veces por hablar en contra de Hamás antes de la guerra, pero añadió que, nueve meses después, la disidencia se estaba volviendo más común.
«En Gaza, la mayoría de la gente critica lo que ha hecho Hamás», afirmó.
«Ven a los niños viviendo en tiendas de campaña y se ha convertido en algo habitual insultar a sus líderes. Sin embargo, (Hamás) cuenta con mucho apoyo entre quienes se encuentran fuera de las fronteras de Gaza, sentados bajo el aire acondicionado en sus cómodos hogares, esos que no han perdido ni un hijo, un hogar, un futuro o una pierna«.
La desesperación y la guerra están erosionando las estructuras sociales en Gaza, y el control de Hamás ya no es lo que era.
Cuatro quintas partes de la población de Gaza se ha visto desplazada y, a menudo, se mueve entre refugios temporales.
Y la ley y el orden se han quebrado en algunos lugares, en parte como resultado de la política de Israel de atacar a las fuerzas de seguridad de Gaza, no solo a la seguridad interna de Hamás, sino también a la policía comunitaria responsable de la delincuencia callejera.
A medida que el control ha ido disminuyendo, han proliferado bandas criminales, que saquean barrios y convoyes de ayuda, y han surgido empresas de seguridad privadas, algunas dirigidas por poderosas familias locales.
Un miembro del personal de una organización de ayuda que opera en Gaza describió «un caos absoluto a pie de calle» y «un estado de anarquía», y aseguró que el orden civil se había roto por completo como consecuencia de la política israelí.
El primer ministro de Israel ha prometido en repetidas ocasiones continuar la guerra hasta que se destruyan las capacidades militares y de gobierno de Hamás.
Sin embargo, algunas organizaciones humanitarias —tanto en las zonas del norte como del sur de Gaza— también han informado de controles periódicos de sus actividades por parte de funcionarios locales de Hamás, y con frecuencia circulan videos de fuerzas de seguridad no oficiales de Hamás disparando y golpeando a quienes son sorprendidos saqueando.
Una fuente bien informada aseguró a la BBC que Hamás había matado a decenas de personas en un sangriento ajuste de cuentas con otros grupos locales después de que las tropas israelíes se retiraran de una zona.
Es posible que el miedo a criticar a los líderes de Gaza haya disminuido, pero no ha desaparecido, por lo que sigue siendo difícil evaluar con precisión, más allá de los testimonios individuales, hasta qué punto está cambiando el apoyo al grupo.
Algunos, como Jihad Talab, de 26 años, siguen apoyando firmemente a Hamás.
Desplazado de la zona de Zeitoun de la Ciudad de Gaza con su esposa, su hija y su madre, y ahora refugiado en Deir al Balah, señaló que el grupo no era responsable de su sufrimiento.
«Debemos apoyar (a Hamás) porque es el que trabaja sobre el terreno, el que entiende la batalla, no tú ni yo», valoró. «Las acusaciones vacías solo sirven a la ocupación (israelí). Los apoyaremos hasta nuestro último suspiro».
Una encuesta periódica llevada a cabo por un centro de estudios con sede en Cisjordania, el Centro Palestino de Investigación de Políticas y Encuestas, sugiere que la mayoría de la gente en Gaza sigue culpando a Israel y sus aliados por la guerra, y no a Hamás.
El último sondeo de junio reveló que casi dos tercios de los encuestados de Gaza estaban satisfechos con Hamás (12 puntos más que en diciembre) y que casi la mitad preferiría que Hamás gobernara Gaza una vez finalizada la guerra, en lugar de cualquier otra opción.
Estos resultados difieren de varios testimonios recogidos por la BBC, entre ellos el de un alto funcionario de Hamás que reconoció en privado que estaban perdiendo apoyo como resultado de la guerra.
Estos atisbos a través de los resquicios del bloqueo mediático en torno a Gaza nunca pueden ofrecer una evaluación completa de la situación. Israel y Egipto prohíben a los periodistas internacionales informar de primera mano sobre la situación en el territorio.
Lo que está claro es que Hamás sigue siendo muy sensible a la opinión pública.
Mensajes sorprendentemente similares aparecen de forma regular en ciertas plataformas de redes sociales para justificar sus acciones, en lo que a menudo parecen respuestas a las críticas en el país.
Una fuente familiarizada con Hamás le dijo a la BBC que había una red internacional organizada para coordinar los mensajes del grupo en las redes sociales.
Después de que familias israelíes publicaran un video en el que se mostraba el momento en que unidades de Hamás secuestraron a mujeres soldado el 7 de octubre, algunos en Gaza se preguntaron si atacar a mujeres durante la guerra estaba en consonancia con las enseñanzas islámicas.
En respuesta, varias cuentas de redes sociales partidarias de Hamás publicaron mensajes similares insistiendo en que los soldados (hombres o mujeres) eran objetivos militares justificados, y afirmando que esa unidad había participado en tiroteos contra manifestantes gazatíes durante las manifestaciones de hace seis años.
Las críticas a Hamás son cada vez más agudas y las divisiones sobre el gobierno de Hamás, enterradas durante mucho tiempo, se están haciendo patentes.
De la destrucción que dejó la batalla de Israel contra Hamás, una nueva guerra está surgiendo: una batalla por el control de la opinión pública dentro de la propia Gaza.