3 claves para entender crisis política y económica Bolivia
El intento de golpe de Estado denunciado este miércoles por el presidente Luis Arce refleja la compleja situación por la que está atravesando Bolivia.
La denuncia del mandatario ocurrió luego de que soldados y vehículos militares tomaran el control de la Plaza Murillo en la capital administrativa boliviana, La Paz, y accedieran al Palacio Quemado, la antigua sede del gobierno.
Las acciones militares fueron encabezadas por el general Juan José Zúñiga, quien recientemente había sido destituido como jefe del Ejército tras realizar unas declaraciones en contra del expresidente Evo Morales.
Zúñiga fundamentó su arremetida ante la prensa por la “situación del país” y agregó que las Fuerzas Armadas pretendían «restructurar la democracia».
Aunque el levantamiento militar fue controlado horas más tarde -y Zúñiga fue detenido-, los bolivianos viven horas de incertidumbre.
El episodio, repudiado por todos los sectores políticos, es una muestra de la creciente tensión en la que ha estado sumida Bolivia durante los últimos meses.
¿Qué factores son los que han alimentado esa tensión? Aquí te lo contamos.
1. Lucha política entre Luis Arce y Evo Morales
El intento de golpe denunciado por Arce es el último episodio dentro de la convulsa historia política de Bolivia.
En sus 200 años de historia, el país andino ha enfrentado distintos levantamientos militares y sublevaciones que han hecho temblar a los líderes bolivianos.
Las causas han sido diversas, así como los escenarios políticos en los que han ocurrido.
Esta vez, la arremetida del general Zúñiga fue antecedida por una creciente pelea de poder entre el expresidente Evo Morales y su sucesor, Luis Arce.
Esto ha provocado una división del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido gobernante.
La grieta quedó de manifiesto en septiembre de 2023, cuando Morales anunció su candidatura presidencial para las elecciones de 2025, desafiando abiertamente a Arce, de quien se espera que busque la reelección.
El exmandatario acusó al gobierno de intentar frenar su candidatura. Y ha amenazado con que habrá una «convulsión» en Bolivia si es que lo inhabilitan.
Evo Morales lideró el país durante casi 14 años hasta que en 2019 tuvo que abandonarlo tras unas elecciones que estuvieron marcadas por acusaciones de fraude.
El líder denunció un golpe de Estado con el apoyo de Estados Unidos y partió al exilio.
Tras un gobierno interino de 11 meses, Luis Arce logró una decisiva victoria en las elecciones de octubre de 2020, dando así paso al regreso del expresidente.
Pero el entusiasmo solo garantizó unos meses de calma, pues al poco tiempo la división empezó a crecer entre los dos dirigentes del MAS. Al punto de que el partido este año celebró dividido -en actos separados- su 29 aniversario, con los «evistas» en Santa Cruz y los «arcistas» en La Paz.
La pugna política se ha trasladado al Congreso, donde Arce perdió la mayoría debido a la escisión del MAS.
El doctor en Ciencia Política Fernando Mayorga le explicó a BBC Mundo en septiembre de 2023 que la fractura del bloque oficialista provocó que los parlamentarios afines a Morales hayan avanzado en acuerdos con la oposición para bloquear decisiones del Ejecutivo o censurar a ministros, lo que desde hace meses incomoda a Arce.
Todo esto ha generado que desde el gobierno se acuse a Morales de provocar un «escenario de crisis estructural en el país» con el fin de «acortar» el mandato de Arce.
«Evo Morales está dispuesto a bloquear nuestra economía y a convulsionar nuestro país para imponer su candidatura a las buenas o a las malas, como él mismo lo ha dicho», declaró la ministra de la Presidencia, María Nela Prada, en una conferencia de prensa realizada el domingo 23 de junio.
Morales, por su parte, escribió en su cuenta de X (antes Twitter) que «la verdadera conspiración contra el gobierno está en la incapacidad y la corrupción de sus funcionarios. El pueblo necesita confianza en sus autoridades y solución a sus problemas».
Arce, por su parte, ha dicho en diversas declaraciones públicas que es objeto de un «golpe blando» que tiene como objetivo «acortar mandatos» y tras el cual estarían los seguidores de Morales, a lo que el expresidente ha dicho que «los únicos que hablan de acortar el mandato presidencial son los propios miembros del gobierno».
Después del levantamiento militar ocurrido este miércoles en La Paz, el general Zúñiga -quien ha sido calificado como cercano a Luis Arce y a los sectores mineros y sindicales- acusó al presidente de montar un «autogolpe» para «levantar su popularidad».
2. Deterioro del «milagro económico» boliviano
Toda esta pugna política ocurre en un momento económicamente muy complejo para Bolivia.
Bloqueos de carreteras y manifestaciones han tomado fuerza en los últimos meses debido al deterioro de su economía que, paradójicamente, ha destacado dentro de América Latina en la última década debido a su rápido crecimiento, estabilidad y capacidad para contener la inflación.
Algunos le llamaron, incluso, «el milagro económico boliviano».
Pero este modelo mostró sus grietas en marzo de 2023 cuando se evidenció una grave escasez de dólares y comenzaron a aparecer en las calles largas colas de ciudadanos que intentaban conseguir la divisa.
«La disponibilidad de dólares es cada vez menor. Antes, yo podía sacar lo que quería, pero hoy sólo me permiten 100 dólares por día», le cuenta a BBC Mundo Marcelo Pérez, fotógrafo y periodista que vive en La Paz.
Lo anterior ha dado paso a un mercado paralelo de dólares, explica el economista boliviano y consultor financiero internacional Jaime Dunn.
«Personalmente he estimado que tenemos 13 tipos de cambios paralelos, entre formales e informales», le comenta a BBC Mundo.
Aunque el gobierno de Arce ha insistido en que la economía sigue siendo estable -y ha culpado de lo ocurrido a «un brote especulativo»– muchos expertos advierten que el problema es mucho más profundo.
Y que se explica, en parte, por la caída en el nivel de producción de gas natural que le dio cuantiosos ingresos al país luego de que en 2006 Evo Morales decretara la nacionalización de los hidrocarburos.
«Desde 2014 empezó a revertirse el efecto de esa bonanza y esto hizo que bajara el nivel de dólares que llegaban al país», dice Dunn.
En forma paralela, disminuyeron considerablemente las reservas internacionales.
Según los informes del Banco Central, estas pasaron de US$15.122 millones en 2014 a US$1.796 millones en abril de 2024 (fecha en que se publicó el último informe).
Con esos recursos se han mantenido algunos de los programas sociales de los gobiernos de Evo Morales primero y Luis Arce después, como el subsidio a la compra de combustibles, que Bolivia tiene que importar y pagar en dólares en los mercados internacionales.
«Eso ha llevado al país a una crisis porque, a pesar de que se cayeron los ingresos, se mantuvo un gasto muy alto. Y desde 2014 los ingresos del gas natural se empezaron a reemplazar por deuda interna y externa», explica Jaime Dunn.
La escasez de dólares ha repercutido especialmente en los sectores que importan o exportan bienes.
«Bolivia es importador de insumos y de bienes de capital en casi un 80% por lo que se ha visto muy afectado por la escasez de dólares», señala a BBC Mundo Claudia Pacheco, presidenta del Colegio de Economistas de Santa Cruz.
Según Marcelo Pérez, esto ya se puede sentir en las calles, con el aumento del valor de algunos productos básicos como el arroz o el tomate.
«En el supermercado han subido de precio algunos productos y otros directamente han desaparecido porque ya no los pueden importar con la frecuencia que lo hacían antes», indica.
En los últimos días, no obstante, el viceministro de defensa de los derechos del usuario y consumidor, Jorge Silva, afirmó que se había logrado estabilizar el precio de estos productos.
La escasez de dólares también ha afectado directamente a la importación de combustible.
Bolivia impuso hace más de 15 años un subsidio a la compra del combustible, lo que ha significado un fuerte gasto en sus cuentas públicas.
Ahora, advierten los expertos, no tiene dólares para comprarlo. Esto es problemático si se considera que, según el propio presidente Arce, Bolivia importa el 56% de la gasolina y el 86% del diésel que consume.
«Bolivia ha pasado de ser un país exportador neto de energía a ser un importador. Habiendo sido hace apenas 10 años atrás una especie de centro energético para Sudamérica», afirma Jaime Dunn.
El mandatario boliviano ha reconocido que la situación del diésel es «patética».
Según él, se debe a una «falta de una política hidrocarburífera clara en el país» durante los últimos años.
Ahora, sin embargo, el presidente ha dicho que están «haciendo lo correcto» con la aprobación de proyectos que supuestamente ayudarán a garantizar reservas de gas, de diésel y gasolina.
3. Descontento entre los bolivianos
Lo anterior ha generado descontento en la población.
Comerciantes y transportistas han realizado manifestaciones y bloqueos viales en distintas ciudades del país.
Mientras que una multitud de vendedores ambulantes han marchado hasta La Paz denunciando la escasez de dólares y combustibles.
«En 2023 tuvimos casi 200 días de bloqueos, lo que perjudicó la importación y la exportación», dice Claudia Pacheco.
En las gasolineras se han generado largas colas de personas que intentan conseguir combustible. Ante esto, el presidente Arce ordenó la militarización del sistema de provisión de combustibles.
«Hay días en que se vende diésel, pero otros en que no. A veces tienes que dormir en las gasolineras para conseguirlo», le dijo un conductor a la agencia de noticias Reuters.
La situación ha llevado al gobierno a presentar medidas para combatir estos problemas.
En febrero, el ministro de Economía, Marcelo Montenegro, se reunió con colectivos empresariales y anunció una serie de reformas económicas como la relajación de las restricciones a las exportaciones y la creación de una subasta de diésel para los grandes productores.
Hasta el momento, sin embargo, las medidas parecen no ser suficientes.
La tensión generada por estos episodios también ha golpeado la popularidad de Arce, quien ha bajado en aprobación, según las encuestas.
Si opta por competir en las elecciones de 2025, esto puede ser un problema.