Claudia Sheinbaum y su pareja se reencontraron y se casaron
Ella es una física dedicada a la política y los movimientos sociales desde su época universitaria. Él es un físico especializado en riesgos de mercado del sector financiero.
Son Claudia Sheinbaum y Jesús María Tarriba, la pareja que residirá en el Palacio Nacional a partir de octubre luego del primer triunfo de una mujer en una elección presidencial en la historia de México.
A juzgar por la fecha de su boda, noviembre de 2023, uno pensaría que se trata de una pareja relativamente nueva.
Pero lo cierto es que se conocieron en la década de 1980 y ya entonces surgió el flechazo.
Coincidieron en un laboratorio de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México y, después de la segunda vez que se vieron, se hicieron novios.
Pero sus caminos se separaron tras casi año y medio de relación y perdieron el contacto durante más de tres décadas.
Tarriba se especializó en cálculos económicos y salió de México para ocupar varias posiciones en instituciones financieras multinacionales.
Sheinbaum, por su parte, siguió su vida en la investigación académica y luego se enfocó en la política, que la llevó a ser la secretaria de Medio Ambiente de Ciudad de México, dirigente partidista, alcaldesa y Jefa de Gobierno de la capital mexicana.
En ese lapso, se casó y crio a dos hijos con un primer esposo del cual se divorció en 2016, tras casi 30 años de matrimonio.
Tarriba también formó su propio matrimonio, tuvo una hija y se divorció la década pasada.
Una inocente solicitud de amistad en Facebook propició el reencuentro.
Frente a la gran exposición pública que ha tenido su nueva esposa en los últimos años, Tarriba optó por mantener un papel discreto. La acompañó en algunas celebraciones y momentos importantes de su campaña, pero no es conocido por hacer declaraciones ni presentarse ante los medios.
«Tiene muchas cualidades. Es un hombre muy inteligente y muy tranquilo«, dice Sheinbaum de su esposo, quien en casa la ayuda a olvidarse de la intensidad de la vida pública.
La pareja en Física
Tarriba nació el 1 de septiembre de 1962 en el estado de Sinaloa, en el noroeste de México.
A los 15 años se mudó a Ciudad de México para estudiar la preparatoria en un colegio privado. Luego ingresó a la UNAM, la universidad pública más importante del país, en cuyas aulas se encontró con Sheinbaum, quien ya por entonces era conocida como una joven activista de los movimientos estudiantiles.
“Yo [te conocí] primero a ti, que tú a mí, porque siempre estabas en las asambleas. Eras un personaje público”, explica Tarriba en un video en el que la pareja cuenta cómo iniciaron su relación.
Por aquellos años, Sheinbaum estaba entre los líderes del Consejo Estudiantil Universitario (CEU) que tenía entre sus principales causas que se mantuviera la gratuidad de la educación superior.
Aunque eran de cursos diferentes, Tarriba y Sheinbaum compartieron espacios comunes, como los laboratorios de la Facultad de Ciencias.
Y en reuniones de estudiantes empezaron a «hacer clic» e iniciaron una relación. La pareja cuenta que él la invitó a clases de danza moderna, que le resultaron atractivas y fáciles a Sheinbaum por haber practicado desde niña ballet.
Se hicieron novios y tuvieron una relación de casi un año y medio. Hoy Tarriba reconoce que en aquel momento «descuidó» la relación y se separaron. Y ambos tomaron caminos diferentes.
Sheinbaum se casó en 1987 con otro dirigente del CEU, Carlos Imaz, y formaron una familia con Rodrigo, el hijo del primer matrimonio de él, y Mariana, su hija en común nacida unos años después.
De la Física a las Matemáticas
Tarriba salió de México para hacer una estancia de posgrado en la Universidad de California en Irvine, el cual le sirvió para afinar su doctorado en Física.
Su trabajo académico, «Respuesta óptica y magnética de sistemas con interfaces», lo hizo merecedor del premio Weizmann de Ciencias Exactas a la mejor tesis doctoral, un reconocimiento otorgado por la Academia Mexicana de Ciencias.
Pero su vida profesional no siguió enfocada en la Física, sino el cálculo.
«De manera autodidacta estudié matemáticas financieras«, cuenta Tarriba.
Después de obtener su doctorado, consiguió un primer empleo en el sector privado como analista en el grupo financiero Banamex.
De ahí su trayectoria profesional pasó por varios puestos relativos a la creación y análisis de modelos de riesgos de mercado. Estuvo en oficinas del banco español Santander en Nueva York y Madrid. Eso lo mantuvo fuera de México durante casi 20 años.
Y quizá seguiría fuera de no ser por la reaparición de Sheinbaum en su vida.
A su vuelta a México, se integró en el equipo de analistas del Banco de México, el banco central del país. Desde entonces ha realizado «desarrollo de modelos de valoración y medición de riesgos financieros».
El reencuentro con Sheinbaum fue clave para que volviera al país, aseguran ambos.
La segunda oportunidad
Cuando Sheinbaum era alcaldesa de Tlalpan, una de las demarcaciones políticas de la capital mexicana, una tarde de 2016 estaba mirando Facebook, según ha contado la política en diversas entrevistas.
Entre las sugerencias de amigos vio a Jesús María Tarriba, su antiguo novio de la universidad. Le mandó una solicitud y ambos empezaron a conversar a través del chat.
«Tú me pediste invitación, y yo te contesté con rollo (alardeo)», bromea Tarriba.
«Se da esta casualidad de que él se había divorciado, yo me había divorciado. Él había dejado de trabajar en España y yo estaba en la delegación Tlalpan y vino a visitar y nos reencontramos», contó ella a la emisora W Radio.
Después de unos viajes de reencuentro entre México y España, aseguran que decidieron retomar la relación sentimental iniciada 30 años antes.
«De alguna manera sigues siendo la misma persona en muchas cosas. A la hora que te escribes te das cuenta de que hay muchas cosas en común», le dijo al periodista Hernán Gómez al reflexionar sobre lo improbables que son este tipo de reencuentros.
Tarriba se ha mantenido desde su vuelta a México fuera de la escena pública. Se le vio alguna vez en los festejos de Independencia acompañando a Sheinbaum en el Palacio Nacional. Y en otros eventos clave de la campaña de ella por la presidencia.
Pero su bajo perfil, asegura Sheinbaum, le ha sido clave a ella para sobrellevar la intensidad de la actividad política.
«Tiene muchas cualidades. Es un hombre muy inteligente y es muy tranquilo. Él vive feliz leyendo, es su pasión. Entonces no hay una demanda de tiempo, de ‘¿a qué hora llegas?, ¿a qué hora te vas?’. Los tiempos que tenemos juntos los disfrutamos mucho», explica.
Él también remarca que buscar el equilibrio entre la vida pública y la privada ha sido clave para su relación.
Tener «paciencia y amor», así como «evitar zonas tóxicas, el sentido de dominio», explica. «Nos peleamos y nos perdonamos a los 5 minutos», añade.
«Ella es una mujer muy intensa, muy interesante, muy empática con la gente. Desde la universidad yo admiraba su estamina, su energía, cuando estaba en mil cosas. Y hasta la fecha es un poco así. Y es muy cariñosa, nos entendemos muy bien».