Las tensiones entre Milei y Sánchez son fuegos artificiales
Mantener activos a sus seguidores y confundir a sus opositores. Para el politólogo Andrés Malamud, el roce entre el presidente de Argentina, Javier Milei, y su par español, Pedro Sánchez, apunta a este doble objetivo.
«Ambos líderes están utilizando la política exterior para galvanizar su base interna y distraer a la oposición«, le dice a BBC Mundo Malamud, doctor en Ciencia Política e investigador del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa.
Las relaciones diplomáticas entre Argentina y España pasan por un delicado momento desde que Milei calificó de «corrupta» -sin nombrarla- a la esposa de Sánchez, Begoña Gómez, en un acto organizado por el partido de extrema derecha Vox.
Este martes, el gobierno de España anunció su decisión de retirar de manera definitiva a su embajadora en Buenos Aires, María Jesús Alonso, hecho que no implica la ruptura de la relaciones diplomáticas entre España y Argentina.
Para el autor de «Diccionario arbitrario de política» (Clave Intelectual, 2023) y «El oficio más antiguo del mundo. Secretos, mentiras y belleza de la política» (2018), los dos protagonistas de esta historia saben bien el papel que juegan y, en tanto el conflicto no escale, intentarán utilizar sus diferencias en beneficio propio.
¿Cómo analizas la disputa entre Javier Milei y Pedro Sánchez?
Es una disputa de política doméstica. No lo veo como una decisión de política exterior. Ambos líderes están utilizando la política exterior para galvanizar su base interna y para distraer a la oposición.
¿Milei hace uso político de este roce diplomático?
A Milei le sirve porque la economía en Argentina no arranca, entonces gana tiempo.
Él está en el poder porque es rabioso, porque le da de comer bronca a su gente.
Además, su base electoral le pide ideología en un momento en que Milei aumenta impuestos en vez de reducirlos, debido a la situación crítica que vive el país. Por eso busca reforzar en el exterior su posición derechista.
¿Y en el caso de Sánchez?
En dos semanas España tendrá las elecciones al Parlamento Europeo, en las que Sánchez se enfrenta, sobre todo, al Partido Popular, que podría ganar esas elecciones.
Por eso, qué mejor que polarizar con el que va a salir tercero como Vox, a través del representante de Vox en Argentina que es Milei.
Esto es win-win: los dos presidentes se favorecen mientras, en principio, los países no se perjudican.
Sánchez sabe que Milei está actuando, que está haciendo un circo, «fulbito para la tribuna» como se dice en Argentina. Sánchez también está haciendo política doméstica con esta disputa.
A Sánchez no le importa el presidente de Argentina, le importa que Vox sea su principal rival en España porque, de esta manera, le quita electorado al Partido Popular, que es su verdadero rival.
¿Este conflicto puede perjudicar las relaciones comerciales entre ambos países?
En España y en Argentina es difícil encontrar a alguien que hable de otra cosa en este momento. Sin embargo, nadie levantó una inversión, ni cerró una fábrica, ni dejó de comerciar entre los dos países.
Entonces, estos son fuegos artificiales para la tribuna, mutuamente beneficiosos para los presidentes y, en principio, no nocivos para los países.
Los dos decidieron doblar la apuesta. La cuestión es si se rompen o no las relaciones diplomáticas. Si el conflicto escala a ese nivel, pueden tener consecuencias materiales, pero mientras sea simbólico, mientras sea circo diplomático, se beneficia la política y no se perjudica la economía.
España retiró de forma definitiva a su embajadora en Buenos Aires. ¿Qué significa esta decisión?
En la escala de represalias diplomáticas, retirar a un embajador de manera definitiva no implica romper relaciones, pero es un paso más que el llamado a consultas.
En medio de un conflicto entre dos países, el primer paso de un gobierno es pedir información al embajador del estado extranjero, el segundo es llamar a consultas a tu embajador, después retirarlo, luego expulsar al embajador extranjero y, por último, romper relaciones.
España no expulsó al embajador argentino, ni España cerró su embajada sino que mantienen relaciones diplomáticas en un nivel jerárquico más bajo.
De hecho, Cancillería argentina reafirmó su decisión de no retirar a su embajador de España…
Así es. Milei tiene al ministro del Interior, Guillermo Francos, y a la de Exteriores, Diana Mondino, zurciendo los descosidos que él arma. Ellos dos están permanentemente abrazando a aquellos a los que Milei insulta.
La canciller argentina, Diana Mondino, dijo que este roce diplomático no es más que una «anécdota« en la relación entre Argentina y España. ¿Existe una diferencia entre Cancillería y Presidencia en Argentina?
Yo lo definiría como una división del trabajo: Milei hace política doméstica y Mondino política exterior. Ella trata de que vengan inversiones y de conseguir mercados. La función de Milei es conseguir votos. No le importa nada más. Él no va a los países a buscar inversiones.
De todas maneras, las inversiones no van a llegar Argentina ni porque lo haga o deje de hacer Cancillera ni por insultos que otorgue el presidente.
Hoy no hay inversiones en Argentina porque no hay garantías de retorno.
Esta pelea entre Milei y Sánchez no es nueva sino que parece haber empezado en la campaña a las elecciones presidenciales en Argentina. ¿Dónde identificas el punto de inicio?
Hay una cuestión estructural: Sánchez es socialista -que eso en Europa significa socialdemócrata, es una cosa suavísima de centroizquierda- pero para Milei es lo mismo que ser
Mantener activos a sus seguidores y confundir a sus opositores. Para el politólogo Andrés Malamud, el roce entre el presidente de Argentina, Javier Milei, y su par español, Pedro Sánchez, apunta a este doble objetivo.
«Ambos líderes están utilizando la política exterior para galvanizar su base interna y distraer a la oposición«, le dice a BBC Mundo Malamud, doctor en Ciencia Política e investigador del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa.
Las relaciones diplomáticas entre Argentina y España pasan por un delicado momento desde que Milei calificó de «corrupta» -sin nombrarla- a la esposa de Sánchez, Begoña Gómez, en un acto organizado por el partido de extrema derecha Vox.
Este martes, el gobierno de España anunció su decisión de retirar de manera definitiva a su embajadora en Buenos Aires, María Jesús Alonso, hecho que no implica la ruptura de la relaciones diplomáticas entre España y Argentina.
Para el autor de «Diccionario arbitrario de política» (Clave Intelectual, 2023) y «El oficio más antiguo del mundo. Secretos, mentiras y belleza de la política» (2018), los dos protagonistas de esta historia saben bien el papel que juegan y, en tanto el conflicto no escale, intentarán utilizar sus diferencias en beneficio propio.
¿Cómo analizas la disputa entre Javier Milei y Pedro Sánchez?
Es una disputa de política doméstica. No lo veo como una decisión de política exterior. Ambos líderes están utilizando la política exterior para galvanizar su base interna y para distraer a la oposición.
¿Milei hace uso político de este roce diplomático?
A Milei le sirve porque la economía en Argentina no arranca, entonces gana tiempo.
Él está en el poder porque es rabioso, porque le da de comer bronca a su gente.
Además, su base electoral le pide ideología en un momento en que Milei aumenta impuestos en vez de reducirlos, debido a la situación crítica que vive el país. Por eso busca reforzar en el exterior su posición derechista.
¿Y en el caso de Sánchez?
En dos semanas España tendrá las elecciones al Parlamento Europeo, en las que Sánchez se enfrenta, sobre todo, al Partido Popular, que podría ganar esas elecciones.
Por eso, qué mejor que polarizar con el que va a salir tercero como Vox, a través del representante de Vox en Argentina que es Milei.
Esto es win-win: los dos presidentes se favorecen mientras, en principio, los países no se perjudican.
Sánchez sabe que Milei está actuando, que está haciendo un circo, «fulbito para la tribuna» como se dice en Argentina. Sánchez también está haciendo política doméstica con esta disputa.
A Sánchez no le importa el presidente de Argentina, le importa que Vox sea su principal rival en España porque, de esta manera, le quita electorado al Partido Popular, que es su verdadero rival.
¿Este conflicto puede perjudicar las relaciones comerciales entre ambos países?
En España y en Argentina es difícil encontrar a alguien que hable de otra cosa en este momento. Sin embargo, nadie levantó una inversión, ni cerró una fábrica, ni dejó de comerciar entre los dos países.
Entonces, estos son fuegos artificiales para la tribuna, mutuamente beneficiosos para los presidentes y, en principio, no nocivos para los países.
Los dos decidieron doblar la apuesta. La cuestión es si se rompen o no las relaciones diplomáticas. Si el conflicto escala a ese nivel, pueden tener consecuencias materiales, pero mientras sea simbólico, mientras sea circo diplomático, se beneficia la política y no se perjudica la economía.
España retiró de forma definitiva a su embajadora en Buenos Aires. ¿Qué significa esta decisión?
En la escala de represalias diplomáticas, retirar a un embajador de manera definitiva no implica romper relaciones, pero es un paso más que el llamado a consultas.
En medio de un conflicto entre dos países, el primer paso de un gobierno es pedir información al embajador del estado extranjero, el segundo es llamar a consultas a tu embajador, después retirarlo, luego expulsar al embajador extranjero y, por último, romper relaciones.
España no expulsó al embajador argentino, ni España cerró su embajada sino que mantienen relaciones diplomáticas en un nivel jerárquico más bajo.
De hecho, Cancillería argentina reafirmó su decisión de no retirar a su embajador de España…
Así es. Milei tiene al ministro del Interior, Guillermo Francos, y a la de Exteriores, Diana Mondino, zurciendo los descosidos que él arma. Ellos dos están permanentemente abrazando a aquellos a los que Milei insulta.
La canciller argentina, Diana Mondino, dijo que este roce diplomático no es más que una «anécdota« en la relación entre Argentina y España. ¿Existe una diferencia entre Cancillería y Presidencia en Argentina?
Yo lo definiría como una división del trabajo: Milei hace política doméstica y Mondino política exterior. Ella trata de que vengan inversiones y de conseguir mercados. La función de Milei es conseguir votos. No le importa nada más. Él no va a los países a buscar inversiones.
De todas maneras, las inversiones no van a llegar Argentina ni porque lo haga o deje de hacer Cancillera ni por insultos que otorgue el presidente.
Hoy no hay inversiones en Argentina porque no hay garantías de retorno.
Esta pelea entre Milei y Sánchez no es nueva sino que parece haber empezado en la campaña a las elecciones presidenciales en Argentina. ¿Dónde identificas el punto de inicio?
Hay una cuestión estructural: Sánchez es socialista -que eso en Europa significa socialdemócrata, es una cosa suavísima de centroizquierda- pero para Milei es lo mismo que ser «comunista», «colectivista».
Entonces, aunque Sánchez fuera mudo, Milei lo habría insultado en algún momento por el simple hecho de ser socialista.
A esto se le suma que Sánchez hizo campaña explícita y un spot de campaña donde llamó a votar a Sergio Massa en Argentina.
¿El hecho de que el expresidente argentino Alberto Fernández esté viviendo en España contribuye a aumentar la dimensión del conflicto?
Alberto Fernández ayuda muchísimo al discurso de Milei por el simple hecho de existir. Cuando aparece una imagen de Alberto Fernández en los medios argentinos, los que votaron a Milei, aunque la estén pasando mal, dicen: «Qué bien que puse mi voto ahí».
Es difícil encontrar a alguien más «pianta (expulsa) votos» y antipático que Alberto Fernández en Argentina. Fernández genera mucho resquemor y antipatía.
¿Hay antecedentes históricos de este nivel de tensión en las relaciones bilaterales entre España y Argentina?
Bueno, cuando el peronismo nacionalizó en 2012 las empresas que le había vendido a España el presidente Carlos Menem en la década de 1990, el gobierno español se quedó muy molesto con Argentina.
Pero casi siempre, las peleas diplomáticas son para la tribuna, son para la galería que está ahí aplaudiendo, lo que hace es directo para la política doméstica.
Esto sirve para que los líderes nacionales vayan al exterior, se peguen en el pecho y parezcan mucho más machos de lo que son, porque en el fondo también estamos hablando de la típica política de riña de gallos, de la política de la testosterona.
Sánchez le pidió a Milei rectificar sus palabras después de que el presidente argentino llamara «corrupta» a su esposa.
La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, participó en el encuentro de Vox con un mensaje grabado. ¿Por qué crees que Milei eligió ir? ¿Busca ubicarse como un referente a nivel global?
Él es el único de los presidentes de esa familia -en la que también habitan Trump y Bolsonaro- que se considera un doctrinario antes que un nacionalista, un libertario antes que un argentino.
El lema de Bolsonaro, Trump, Meloni son todos «primero la patria» o «la patria encima de todo». Milei no pone a Argentina por arriba del anarcocapitalismo sino que ubica al anarcocapitalismo arriba del país.
Por lo tanto, Milei es un libertario antes que un presidente, esto lo dice él, no es una interpretación mía.
¿Hay antecedentes de un presidente argentino que haya decidido hacer una visita oficial a otro país y reunirse con la oposición en lugar de su presidente?
No tengo registro. Y si hay, se me escapa. Pero en general, los presidentes argentinos fueron presidentes antes que otra cosa.
Milei es el primero que es presidente mientras tanto, porque la otra cosa -el ser libertario- es de antes y la seguirá haciendo después.
De todos modos, éste no es el primer roce diplomático de la gestión de Milei en estos cinco meses de gobierno. También pasó con Gustavo Petro en Colombia, entre otros casos. ¿La provocación es su forma?
Mira, hay un autor suizo italiano -Giuliano da Empoli- que tiene un par de libros que están muy de moda ahora como «El mago del Kremlin» y «Los Ingenieros del caos», donde sostiene que hace tiempo aprendimos que hoy las emociones en la política valen más que las razones.
Y el odio y la rabia son las dos emociones que generan mayor cantidad de seguidores.
En este tipo de política, lo importante es motivar las emociones, generar sentimientos, como lo hicieron Trump y Bolsonaro.
En este aspecto, Milei es de la misma familia. Milei se dedica a mantener electrizada a su base, a motorizarla, a movilizar los sentimientos que lo favorecen. Es muy hábil en esto. La diferencia es que él es un doctrinario antes que un nacionalista.
¿Crees que una política exterior ruidosa busca llenar el vacío que deja la espera por los resultados económicos en Argentina?
Definitivamente, sí. No solo la falta de resultados, sino las políticas que son contradictorias con su filosofía.
Él dijo que se cortaba un brazo antes de aumentar impuestos y está aumentando impuestos. Dijo que iba a dolarizar la economía y a cerrar el Banco Central y no hizo ninguna de las dos cosas.
Esto es lo que llama un «Lulismo de manual»: cuando Lula asumió en 2003 avanzó con una política muy fiscalista internamente, que no es simpática para su base electoral. Entonces su política exterior fue activa y altiva. Lo mismo hace Milei.
Desde que asumió, Milei salió cinco veces del país y tres fueron a Estados Unidos. La próxima visita será también a EE.UU. ¿Cuáles crees que son las prioridades del gobierno argentino en su relación con el mundo?
La relación de Argentina con el mundo pasa por la ideología y por la tribu. Una relación completamente facciosa y no institucional. Me refiero a la del presidente, no la del Gobierno, porque Diana Mondino y el resto de la Cancillería siguen trabajando de manera profesional.
De hecho, este es el gobierno que probablemente más embajadores de carrera ha tenido en la historia reciente de Argentina, precisamente la política exterior no está dentro de las prioridades del presidente.
A Milei no le importa la política exterior, no le importa acomodar amigos, no tiene muchos amigos, así que deja que la Cancillería la trabaje Diana Mondino y los diplomáticos.
Lo que veo es una disociación entre el Milei político-doctrinario y el gobierno de Milei mucho más pragmático, que lo que hace es ir detrás de los destrozos que hace el propio presidente tratando de arreglar lo que él rompe.
Si lo que Milei rompe es político y lo que se mantiene en pie es económico, es todo ganancia para él.
Entonces, aunque Sánchez fuera mudo, Milei lo habría insultado en algún momento por el simple hecho de ser socialista.
A esto se le suma que Sánchez hizo campaña explícita y un spot de campaña donde llamó a votar a Sergio Massa en Argentina.
¿El hecho de que el expresidente argentino Alberto Fernández esté viviendo en España contribuye a aumentar la dimensión del conflicto?
Alberto Fernández ayuda muchísimo al discurso de Milei por el simple hecho de existir. Cuando aparece una imagen de Alberto Fernández en los medios argentinos, los que votaron a Milei, aunque la estén pasando mal, dicen: «Qué bien que puse mi voto ahí».
Es difícil encontrar a alguien más «pianta (expulsa) votos» y antipático que Alberto Fernández en Argentina. Fernández genera mucho resquemor y antipatía.
¿Hay antecedentes históricos de este nivel de tensión en las relaciones bilaterales entre España y Argentina?
Bueno, cuando el peronismo nacionalizó en 2012 las empresas que le había vendido a España el presidente Carlos Menem en la década de 1990, el gobierno español se quedó muy molesto con Argentina.
Pero casi siempre, las peleas diplomáticas son para la tribuna, son para la galería que está ahí aplaudiendo, lo que hace es directo para la política doméstica.
Esto sirve para que los líderes nacionales vayan al exterior, se peguen en el pecho y parezcan mucho más machos de lo que son, porque en el fondo también estamos hablando de la típica política de riña de gallos, de la política de la testosterona.
La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, participó en el encuentro de Vox con un mensaje grabado. ¿Por qué crees que Milei eligió ir? ¿Busca ubicarse como un referente a nivel global?
Él es el único de los presidentes de esa familia -en la que también habitan Trump y Bolsonaro- que se considera un doctrinario antes que un nacionalista, un libertario antes que un argentino.
El lema de Bolsonaro, Trump, Meloni son todos «primero la patria» o «la patria encima de todo». Milei no pone a Argentina por arriba del anarcocapitalismo sino que ubica al anarcocapitalismo arriba del país.
Por lo tanto, Milei es un libertario antes que un presidente, esto lo dice él, no es una interpretación mía.
¿Hay antecedentes de un presidente argentino que haya decidido hacer una visita oficial a otro país y reunirse con la oposición en lugar de su presidente?
No tengo registro. Y si hay, se me escapa. Pero en general, los presidentes argentinos fueron presidentes antes que otra cosa.
Milei es el primero que es presidente mientras tanto, porque la otra cosa -el ser libertario- es de antes y la seguirá haciendo después.
De todos modos, éste no es el primer roce diplomático de la gestión de Milei en estos cinco meses de gobierno. También pasó con Gustavo Petro en Colombia, entre otros casos. ¿La provocación es su forma?
Mira, hay un autor suizo italiano -Giuliano da Empoli- que tiene un par de libros que están muy de moda ahora como «El mago del Kremlin» y «Los Ingenieros del caos», donde sostiene que hace tiempo aprendimos que hoy las emociones en la política valen más que las razones.
Y el odio y la rabia son las dos emociones que generan mayor cantidad de seguidores.
En este tipo de política, lo importante es motivar las emociones, generar sentimientos, como lo hicieron Trump y Bolsonaro.
En este aspecto, Milei es de la misma familia. Milei se dedica a mantener electrizada a su base, a motorizarla, a movilizar los sentimientos que lo favorecen. Es muy hábil en esto. La diferencia es que él es un doctrinario antes que un nacionalista.
¿Crees que una política exterior ruidosa busca llenar el vacío que deja la espera por los resultados económicos en Argentina?
Definitivamente, sí. No solo la falta de resultados, sino las políticas que son contradictorias con su filosofía.
Él dijo que se cortaba un brazo antes de aumentar impuestos y está aumentando impuestos. Dijo que iba a dolarizar la economía y a cerrar el Banco Central y no hizo ninguna de las dos cosas.
Esto es lo que llama un «Lulismo de manual»: cuando Lula asumió en 2003 avanzó con una política muy fiscalista internamente, que no es simpática para su base electoral. Entonces su política exterior fue activa y altiva. Lo mismo hace Milei.
Desde que asumió, Milei salió cinco veces del país y tres fueron a Estados Unidos. La próxima visita será también a EE.UU. ¿Cuáles crees que son las prioridades del gobierno argentino en su relación con el mundo?
La relación de Argentina con el mundo pasa por la ideología y por la tribu. Una relación completamente facciosa y no institucional. Me refiero a la del presidente, no la del Gobierno, porque Diana Mondino y el resto de la Cancillería siguen trabajando de manera profesional.
De hecho, este es el gobierno que probablemente más embajadores de carrera ha tenido en la historia reciente de Argentina, precisamente la política exterior no está dentro de las prioridades del presidente.
A Milei no le importa la política exterior, no le importa acomodar amigos, no tiene muchos amigos, así que deja que la Cancillería la trabaje Diana Mondino y los diplomáticos.
Lo que veo es una disociación entre el Milei político-doctrinario y el gobierno de Milei mucho más pragmático, que lo que hace es ir detrás de los destrozos que hace el propio presidente tratando de arreglar lo que él rompe.