Tripulantes carguero chocó Baltimore todavía no desembarcan
El fuerte estallido estuvo seguido de una nube de humo que se elevó mientras una gran sección de metal del puente Francis Scott Key de Baltimore que estaba enganchada al barco carguero Dali caía sobre el agua.
Ocurrió el lunes. Era una explosión controlada que buscaba ir retirando las partes del puente que mantienen al barco varado bajo un enorme montón de metal desde que el pasado 26 de marzo el Dali chocó contra el puente, causando su derrumbe así como la muerte de seis personas que trabajaban en esa estructura.
Durante estas siete semanas, ha estado parcialmente bloqueado el tráfico fluvial hacia y desde el puerto de Baltimore, pero también han estado confinados en el Dali los 21 tripulantes de esa embarcación, casi todos de nacionalidad india, que no han podido abandonar la nave ni siquiera mientras se realizaba la detonación controlada.
Las autoridades (y la tripulación) esperan que la demolición marque el comienzo del fin de un largo proceso que ha dejado a los 21 hombres a bordo atrapados y aislados del mundo, a miles de kilómetros de sus hogares.
Por ahora, no obstante, no está claro cuándo podrán regresar a casa.
Pero, ¿por qué no han podido abandonar el barco?
Visas e investigaciones
Antes de la demolición controlada del lunes, el almirante de la Guardia Costera de Estados Unidos, Shannon Gilreath, dijo que la tripulación permanecería bajo cubierta con un equipo de bomberos listo para actuar en caso de necesidad.
La tripulación, compuesta por 20 indios y un ciudadano de Sri Lanka, ha debido permanecer en la nave debido a una combinación de factores que incluyen restricciones de visa, falta de pases terrestres exigidos para su desembarque e investigaciones paralelas en curso por parte de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) y el Buró Federal de Investigaciones (FBI).
“Ellos son parte del barco. Son necesarios para mantener el barco dotado de personal y operativo», dijo el almirante Gilreath.
Explicó que los tripulantes son los mejor capacitados para responder a cualquier emergencia que ocurra en la nave.
Si bien es probable que la nave sea reflotada esta semana, aún no está claro cuándo podrá realizar el viaje de 3,7 km hasta el puerto.
“Una situación triste”
Entre quienes han estado en contacto con la tripulación se encuentra Joshua Messick, director ejecutivo del Centro Internacional de Marinos de Baltimore, una organización sin fines de lucro que trabaja para proteger los derechos de los marineros.
Según Messick, la tripulación se quedó prácticamente sin comunicación con el mundo exterior durante «un par de semanas» después de que el FBI confiscara sus teléfonos móviles como parte de la investigación.
«No pueden realizar operaciones bancarias en línea. No pueden pagar sus facturas en casa. No tienen ninguno de sus datos ni la información de contacto de nadie, por lo que están realmente aislados en este momento», dijo Messick. «Simplemente no pueden comunicarse con las personas que necesitan, ni siquiera mirar fotografías de sus hijos antes de irse a dormir. Es una situación realmente triste».
La difícil situación de los marineros también atrajo la atención de los dos sindicatos que los representan, el Sindicato de Oficiales Marítimos de Singapur y la Organización de Marineros de Singapur.
En una declaración conjunta del 11 de mayo, los sindicatos dijeron que «comprensiblemente la moral ha caído» por un «temor infundado de responsabilidad penal personal» y angustia emocional.
El comunicado también pidió la «rápida devolución» de los teléfonos de los tripulantes, señalando que perder la comunicación con los miembros de la familia está «causando dificultades significativas para los miembros de la tripulación con niños pequeños en casa».
Dave Heindel, presidente de la Unión Internacional de Marineros, dijo que «por mucho que dure la investigación, no se deben infringir los derechos y el bienestar de la tripulación«.
«Pedimos a las autoridades que sean conscientes de que los marineros utilizan dispositivos móviles para realizar sus gestiones personales como el pago de facturas y, lo que es más importante, transferir dinero a su país de origen para sustentar a sus familias», dijo. «Los miembros de la tripulación se están desmoralizando sin las herramientas básicas a las que todos estamos acostumbrados”, agregó.
Andrew Middleton, que dirige Apostleship of Sea (Apostolado del Mar), un programa que atiende a los barcos que pasan por Baltimore, le dijo a la BBC que visitó a los marineros hace dos semanas y los encontró de «buen humor» a pesar de las constantes preocupaciones.
«Una vez que rompimos el hielo y logramos que todos dijeran su nombre y de qué parte de la India eran, y hablaran sobre si estaban casados o tenían hijos, la conversación empezó a fluir», dijo. «Estaban dispuestos a burlarse un poco el uno del otro… hicimos todo lo posible para hacerlos reír y bromear, con suerte para distraerlos aunque fuera por unos minutos», dijo.
Libertad vigilada
Por el momento, la tripulación ha recibido tarjetas SIM y teléfonos móviles temporales sin datos incluidos, según Messick.
También recibieron paquetes de ayuda de varios grupos comunitarios y particulares, que en las últimas semanas han incluido envíos de bocadillos indios y edredones hechos a mano.
La BBC se ha puesto en contacto con el «comando unificado» que supervisa la respuesta del gobierno al Dali y al colapso del puente para obtener claridad sobre cuándo los marineros podrían abandonar el barco y, finalmente, ser repatriados.
Synergy Marine, la sociedad gestora del Dali con sede en Singapur, no respondió a varias preguntas de la BBC.
Messick dijo que espera poder abordar el barco para brindar «apoyo emocional» tan pronto como lo retiren del canal de navegación.
Después de eso, cree que pequeños grupos de marineros, tal vez cinco a la vez, podrán optar a pases de tierra, aunque con fuertes restricciones en sus movimientos.
Por ejemplo, probablemente se les exigirá que tengan una escolta durante su estancia en tierra.
«Estoy tratando de descubrir qué quiere hacer el equipo. No quiero llevarlos a un juego de béisbol si se van a aburrir», dijo. «Así que me comuniqué con un club de cricket local para ver si podían organizar un partido».
Algunos miembros de la tripulación, como el capitán del barco, expresaron interés en estar «en algún lugar contemplativo, en la naturaleza», dijo Messick.