La silenciosa desaparición del petro, la criptomoneda
“El petro está volando, compadre. El petro es de las criptomonedas más sólidas y estables del mundo entero. Si usted quiere invertir en un cripto para garantizar su dinero, invierta en petro, que es la moneda más estable de todo el sistema cripto mundial”.
Así presumía Nicolás Maduro de la criptomoneda creada por su gobierno en 2018 y respaldada por algunas de las riquezas naturales de Venezuela: petróleo, hierro, oro y diamantes.
El mandatario venezolano pronunció esas palabras en agosto de 2022, durante una comparecencia en televisión en la que estaba acompañado por el entonces vicepresidente de Economía y ministro del Petróleo, Tareck El Aissami.
Sin embargo, apenas siete meses más tarde, en marzo de 2023, fueron suspendidas todas las operaciones que se realizaban con el petro y esta criptomoneda iniciaba una silenciosa desaparición, simultánea y similar a la de El Aissami, quien por esos días anunció por Twitter (ahora X) su renuncia al gobierno sin que desde entonces se haya vuelto a saber sobre su paradero.
El Aissami dejó su cargo a raíz del descubrimiento de una operación de corrupción multimillonaria en la petrolera estatal Pdvsa.
«En virtud de las investigaciones que se han iniciado sobre graves hechos de corrupción en Pdvsa; he tomado la decisión de presentar mi renuncia como ministro de Petróleo, con el propósito de apoyar, acompañar y respaldar totalmente este proceso», escribió en su último post.
La trama se conoció como Pdvsa cripto debido a que -según explicó entonces el fiscal general Tarek William Saab- la Superintendencia Nacional de Criptoactivos (Sunacrip) recibió la asignación de cargamentos de petróleo venezolano para su comercialización, pero el fruto de estas ventas supuestamente habría sido convertido en criptomonedas y desviado a otros destinos en perjuicio del Tesoro venezolano.
Según informó por esos días el diario venezolano Últimas Noticias, los ingresos por venta de crudo que habrían desaparecido sumaban en torno a los US$3.000 millones.
Estimaciones posteriores de la ONG Transparencia Venezuela divulgadas en junio de 2023, indican que las pérdidas ocasionadas por estas operaciones oscilan entre US$13.000 millones y US$16.000 millones.
Muchos usos poco claros
En diciembre de 2017, Maduro anunció la creación del petro como una herramienta para «avanzar hacia nuevas formas de financiamiento internacional para el desarrollo económico y social del país».
Un mes más tarde, se informó sobre la emisión de 100 millones de petros que se iban a cotizar a un valor de US$60 cada uno, lo que en teoría iba a permitir al gobierno recaudar unos US$6.000 millones.
“El objetivo que planteaba el gobierno era generar esta cantidad de dinero de manera rápida haciendo operaciones con este token principalmente fuera de Venezuela”, explica Aaron Olmos, economista y profesor de posgrado del Instituto de Estudios Superiores en Administración (IESA), a BBC Mundo.
“El problema con esta idea es que no había terminado de nacer el petro en Venezuela, cuando ya la Oficina de Activos Extranjeros de la Secretaría del Tesoro de Estados Unidos (OFAC), generó una orden ejecutiva invalidando el uso del petro dentro de EE.UU., razón por la cual cualquiera que quisiera utilizar el petro, tenía la posibilidad de ser sancionado por las autoridades estadounidenses. Esto, de alguna manera, mató la pretensión del gobierno venezolano de utilizar el petro como un elemento de intercambio fuera del país”, agrega.
Confinado al mercado venezolano, el petro se transformó a partir de entonces en una unidad de cuenta, una suerte de referente para fijar precios, salarios, así como para el pago de impuestos, tasas y contribuciones.
Así, por ejemplo, para tramitar un pasaporte con vigencia por 10 años, los venezolanos debían pagar el equivalente a 3,6 petros.
También llegó a usarse para pagar beneficios a trabajadores jubilados del sector público, para pagar algunas tasas e, incluso, para adquirir algunos bienes y servicios en ciertos establecimientos que lo aceptaban como forma de pago.
“Podías hacer pagos, compras o especular con el petro”, dice Enrique De Los Reyes, presidente de la Cámara Venezolana de Empresas Criptofinancieras (Cavemcrip), a BBC Mundo.
Asegura que inicialmente fue una moneda muy popular.
“En 2018, Venezuela contó con el marco regulatorio de criptoactivos más amplio de América Latina, fue el primer país en sacar una moneda propia. Mucha gente ganó dinero con el petro, con la oferta y la demanda”, apunta.
“Hubo una red de entusiastas que fomentaron el uso del petro, que enseñaron a usar la moneda y su app”, añade.
El experto indica, no obstante, que no llegaron a cumplirse los parámetros para que esta criptomoneda lograra convertirse en una «moneda digital del banco central» (CBDC, por sus siglas en inglés), un tipo de moneda cripto pero respaldada por las autoridades monetarias del país.
Y es que aunque el petro fue una iniciativa pionera, terminó perdiendo fuelle por el camino.
Poco alcance, poca confianza
Aaron Olmos considera que el objetivo del gobierno de Venezuela era crear una criptomoneda similar el bitcoin.
Pero, aunque el petro también se genera a través de la tecnología de blockchain, son muchas sus diferencia con la popular criptomoneda, entre ellas, el hecho de que no es minable pues los tokens fueron previamente generados por las autoridades venezolanas.
“Por sus características: al ser centralizado, direccionado, gubernamental, perdía todos los elementos atractivos de un criptoactivo como el bitcoin que es abierto, descentralizado y minable”, apunta el experto.
Destaca que otros factores que jugaron en contra del petro, tienen que ver con su alcance limitado y con las dificultades para su uso.
“No todo el mundo recibía petros porque quien daba los petros era el gobierno nacional y, principalmente, quien tenía petros era algún proveedor del Estado, algún trabajador pensionado o alguna persona que tenía negocios con el Estado y que aceptaba los petros como una forma de pago, porque nunca se llegó a utilizar para pagar sueldos y salarios, compensaciones y beneficios en general”, dice.
“El petro nunca circuló como una moneda adicional, como el bolívar o como hoy sí circula el dólar o el peso colombiano. Siempre estuvo restringido a determinados sectores y eso imposibilitaba que las personas tuvieran acceso a él al 100%”, agrega.
Uno de los usos más recientes que estaba teniendo el petro era para pagar las recargas de combustible en algunas estaciones de gasolina en Caracas.
Olmos cuenta que allí lo que ocurría con frecuencia era que los más jóvenes de una familia le compraban los petros a sus parientes jubilados que recibían las criptomonedas del gobierno, pero muchas veces no sabían cómo usarlas.
Según De Los Reyes, la falta de conocimiento sobre este activo digital dificultó su expansión.
“Hubo mucha gente que no lo entendía y no lo quería, y viceversa. ¿Qué sucede? Venimos de una Venezuela muy conflictiva prepandemia. Afortunadamente, sí existe un crecimiento económico en el país. Mucha gente dejó de usar el petro, debido a que aún tienen el estigma de que todo lo que hace el gobierno es malo. El desconocimiento hizo mucha mala praxis”, señala.
Esa es quizá una de las mayores dificultades que ha enfrentado el petro: generar confianza entre los usuarios.
Y es que, aunque originalmente su precio se fijó en función del barril de petróleo venezolano y, luego, en torno a una cesta de precios más amplia que incluía también el hierro, el oro y los diamantes venezolanos, la cotización del petro siempre se ha mantenido en torno a los US$60 por unidad.
“No había una volatilidad adecuada, como sí ocurre con el bitcoin. Tenía una volatilidad muy rara, no se comportaba exactamente como la oferta y la demanda lo precisaban. Eran como unos valores puestos a dedo”, señala De Los Reyes.
Olmos apunta que aunque en el Libro Blanco del petro (la guía que publicó el gobierno donde se explica el funcionamiento de esta criptomoneda) hay una relación algebraica en la que se indican unos factores de corrección usados para determinar el valor de la moneda, “al final el precio era establecido por el gobierno” en US$60 por petro o alrededor de allí.
Aunque, en teoría, en un país de elevada inflación como Venezuela este anclaje informal del petro al dólar estadounidense podría hacer atractiva su posesión por parte de aquellos que quieren evitar que sus bolívares pierdan poder adquisitivo, Olmos afirma que el criptoactivo venezolano tampoco cumplía esta función debido a las restricciones para su convertibilidad y a las comisiones que se cobraban cuando se iba a transar.
Asegura que muchos exchanges autorizados por el gobierno venezolano limitaban la cantidad de petros que te podían cambiar por otros criptoactivos o por divisas extranjeras y que, adicionalmente, descontaban del valor nominal del petro hasta 20% de su valor al momento de transarlo.
“Entonces, muchas personas que se dieron cuenta de que para cambiar el petro a otro medio de pago se le quedaba en el camino una cantidad de dinero interesante, comenzaron a rechazar el petro”, dice.
¿Rumbo a la desaparición?
Tras el escándalo de la trama Pdvsa cripto, el gobierno de Venezuela decretó la intervención de la Superintendencia Nacional de Criptoactivos e inició un proceso de auditoría de todo el sistema cripto existente en el país.
En la práctica, eso se tradujo en la suspensión no solamente de las operaciones en petros sino también en las otras criptomonedas (bitcoin, litecoin, ethereum y dash) que se transaban en esos «exchanges» (los mercados donde se negocian los criptoactivos) autorizados a operar en el país.
Esa suspensión se ha mantenido durante 10 meses y la única novedad oficial que se ha producido al respecto fue un anuncio en diciembre de 2023 en el que las autoridades venezolanas avisaron que empezarían a liquidar en bolívares al cambio oficial todos los haberes en cualquiera de estas monedas que las personas pudieran tener depositadas en la Petro App (la aplicación oficial creada para transar el petro).
Ese proceso de conversión culminó el pasado 15 de enero y muchas personas lo interpretaron como una señal de que el petro había llegado al final de su recorrido.
BBC Mundo contactó al Ministerio de Comunicación e Información de Venezuela para consultar a las autoridades de ese país sobre la situación del petro, pero al momento de publicar esta nota no habíamos recibido respuesta.
Tanto Olmos como De Los Reyes advierten que no se ha hecho un anuncio oficial sobre el fin del petro y destacan que Venezuela desarrolló una legislación valiosa en este campo.
“Acá se creo un plan nacional de criptoactivos. Se establecieron una cantidad de condiciones legales, un marco jurídico bastante robusto, bien interesante. No se debe desestimar, todo lo que a nivel jurídico se hizo en Venezuela para el funcionamiento del petro”, señala Olmos, quien advierte que es posible un relanzamiento de esta cripto oficial.
Desde Cavemcrip, De Los Reyes hace un llamado a la calma.
“Dudo que el petro vaya a desaparecer, porque bien empleado es una herramienta muy positiva para Venezuela, uno de los países de Latinoamérica que recibe más remesas y que necesita monedas reguladas y controladas para ofrecer una correcta adopción de los criptoactivos y evitar las estafas”.
Venga o no un relanzamiento del petro, el gobierno parece encaminado a abandonar su uso como unidad de cuenta. Al menos, a juzgar por el reciente anuncio del Ministerio del Interior que señaló que el nuevo precio de los pasaportes ya no estará anclado al valor del petro sino a la cotización oficial del dólar estadounidense.
Una señal adicional que pone en duda que el petro vaya a despertarse del coma inducido en el que entró hace ya 10 meses.